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¿Qué es real y qué es ficción en Oppenheimer? Las mentiras del film

Ya sabemos que en las películas “basadas en hechos reales” se hacen muchos ajustes a los hechos históricos que retratan, ya sea para hacerlos más dramáticos o para que quepan en dos (o, en este caso, tres...) horas. No es diferente con Oppenheimer, la nueva epopeya de Christopher Nolan sobre el científico que creó la bomba atómica, J. Robert Oppenheimer (Cillian Murphy).

LOS ÁLAMOS NO ESTABA “PRÁCTICAMENTE DESHABITADA” ANTES DEL PROYECTO MANHATTAN

Quizá la omisión más notable de Oppenheimer sea esta: cuando la versión cinematográfica del científico intenta convencer a los jefes del ejército estadounidense de que elijan Los Álamos (Nuevo México) para construir su laboratorio secreto, menciona que las únicas conexiones de la región con la civilización son “una escuela para chicos y el hecho de que los nativos americanos vienen aquí a enterrar a sus muertos”. No es cierto.

Ya a finales de los años 30 y principios de los 40, Los Álamos albergaba una importante comunidad de inmigrantes hispanos que sobrevivían de la agricultura. Muchos de ellos fueron desplazados para la construcción de la “miniciudad” del Proyecto Manhattan, y a cientos de otros se les ocultó la naturaleza de las pruebas realizadas en el emplazamiento. Como consecuencia de ellos, muchas de esas familias han convivido con el cáncer y otras complicaciones de la radiación durante generaciones, y siguen sin recibir ningún apoyo ni reconocimiento oficial por parte del gobierno estadounidense.

DAVID HILL NO FUE EL TESTIGO CLAVE CONTRA STRAUSS

Con el ánimo de condensar un procedimiento burocrático mucho más largo, Christopher Nolan optó por adjudicar toda la responsabilidad de representar a la comunidad científica en la audiencia de confirmación de Lewis Strauss (Robert Downey Jr.) en el Dr. David Hill (Rami Malek), lo que finalmente llevó al gobierno a bloquear su nombramiento como parte del gabinete presidencial.

De hecho, aunque Hill asistió y expresó que “la mayoría de los científicos preferirían que Strauss se mantuviera totalmente al margen del gobierno”, no fue su testimonio lo que más impresionó a los políticos de Washington. Otro científico implicado en el Proyecto Manhattan estaba allí: David Inglis, que tras la Segunda Guerra llegó a dirigir la Federación de Científicos Americanos, testificó sobre la “venganza personal” de Strauss contra Oppenheimer.

Además, la enemistad antológica entre Strauss y el senador de Nuevo México Clinton Anderson también fue clave para que no accediera a un puesto en el gabinete.

KLAUS FUCHS NO ERA EL ÚNICO ESPÍA SOVIÉTICO EN LOS ÁLAMOS

El científico interpretado por Christopher Denham, que pasó por los laboratorios del Proyecto Manhattan como representante del gobierno británico, es culpado en la película de filtrar secretos estadounidenses a los soviéticos —que, aunque fueron aliados de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, se mantuvieron al margen del desarrollo de la bomba atómica—. Resulta que el Dr. Fuchs no fue ni mucho menos el único científico que tendió este puente clandestino entre los dos países.

Dos técnicos, llamados Ted Hall y David Greenglass, pasaron detalles de las pruebas de laboratorio a la Unión Soviética. El ingeniero Oscar Seborer hizo lo mismo, y los historiadores creen que la información que proporcionó fue probablemente la más importante de todos los espías. Ninguno de los tres se identificó como comunista, pero todos estaban preocupados por el monopolio estadounidense de las armas nucleares.

OPPENHEIMER NO ESTUVO CERCA DE MATAR A NIELS BOHR

Sí es cierto que el joven Oppie inyectó algún tipo de sustancia tóxica en la manzana de su tutor en Cambridge, el físico Patrick Blackett. No sabemos a ciencia cierta si tal sustancia era el cianuro que vemos en la película —la mayoría de los historiadores creen que Oppenheimer utilizó un “veneno” más suave, que solo haría enfermar a Blackett, ya que ni siquiera fue expulsado de Cambridge cuando se descubrió el incidente.

En Oppenheimer, sin embargo, el incidente del envenenamiento culmina con Niels Bohr (Kenneth Branagh) casi comiéndose la manzana que estaba destinada a Blackett. Esto no ocurrió: de hecho, los caminos de Oppenheimer y Bohr no se cruzarían hasta varios años después, cuando ambos científicos fueron presentados por un amigo común, Ernest Rutherford.

OPPENHEIMER NO CONSULTÓ A EINSTEIN SOBRE LA BOMBA ATÓMICA

La película de Christopher Nolan hace de los encuentros esporádicos entre Oppenheimer y Albert Einstein (Tom Conti) un eje central de la historia del físico. Es cierto que los dos se conocían, y que un respeto a regañadientes dictaba esa relación, pero es poco probable que Oppenheimer consultara a Einstein sobre los detalles del Proyecto Manhattan — no hay constancia de las interacciones específicas entre los dos que vemos en la película.

Y una cosa es cierta: Oppenheimer desde luego no acudió a su colega en busca de consejo sobre los cálculos de Robert Teller (Benny Safdie), que indicaban que detonar una bomba atómica podría provocar una reacción en cadena que destruiría todo el planeta. En su lugar, el fue a Arthur Compton, quien verificó los cálculos junto con Hans Bethe y determinó que existía una probabilidad “cercana a cero” de que eso ocurriera.