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El preámbulo del nuevo diccionario leído en clave bajtiniana

Ricardo Soca

La "tradición" y la "estrecha colaboración con las Academias hermanas" son las dos claves dialógicas del Preámbulo de la la 23a edición del Diccionario de la lengua española, conocido como DRAE, dado a conocer oficialmente el jueves 16. 

Ya en la primera línea del Preámbulo se pulsa la tecla de la tradición, aludiendo a los "tres siglos de distancia" de la fundación de la Real Academia Española (RAE) y al "alumbramiento" doce años más tarde, del primer tomo del Diccionario de autoridades

Como es sabido, los preámbulos de las sucesivas ediciones del diccionario académico constituyen en sí un género discursivo específico, según la conceptualización Bajtín, quien afirmaba que «cada esfera de uso de la lengua elabora sus tipos relativamente estables de enunciados que denominamos "géneros discursivos"». El enunciador, en este caso la RAE, establece las claves dialógicas sobre las que apoyará su discurso para respaldarlo con una credibilidad que facilite su aceptación. 

Es en la clave de tradición que la academia pretende legitimar su tarea con el rancio aroma de lo clásico, ajustado a su intención de presentarse desde la perspectiva de un trabajo enraizado en los siglos. En el primer párrafo abundan las menciones a sus obras del siglo XVIII, además de una inexplicable referencia "casi cabalística" al número 13, reiterada en el tercer párrafo, que parece fuera de lugar en una obra pretendidamente científica del siglo XXI. 

Los responsables de este diccionario hecho en Madrid tienen muy en cuenta la necesidad de contar con la aceptación de los hablantes que no viven en España, el 90% del total. Allí está el origen de la otra clave dialógica que se repite una y otra vez en las obras de la RAE: es la referencia a una "estrecha colaboración con la Asociación de Academias de la Lengua Española" (Asale). El sintagma "estrecha colaboración" se repite más adelante asociado a las "academias hermanas". 

Una entidad ficticia

Asale es una entidad ficticia que tiene sede en Madrid, en los propios salones de la Real Academia. El presidente de Asale es, según sus propios estatutos redactados en Madrid, el presidente de la RAE; su tesorero, un académico de número de la institución española, y su organismo rector, la Comisión Permanente, está integrado por estos dos dirigentes más el secretario general y un secretario americano. El sitio web asale.org está hospedado en el servidor de la Academia Española y el dominio de internet está registrado en nombre de la gerente de la institución madrileña, Montserrat Sendagorta Gomendio. Poca incidencia podrían tener pues las academias nacionales en las decisiones lexicográficas de este diccionario, aunque es verdad que son consultadas y que, a veces, algunas de sus opiniones son tomadas en cuenta. 

El presidente de la Academia Argentina de Letras (AAL), profesor José Luis Moure, no está conforme con que la RAE sea "la que decide qué argentinismos deben incorporarse al diccionario y cuáles no. No tengo la respuesta para eso [cómo la RAE elige los argentinismos que van en el diccionario]; es decir, nos obligan a elegir los mejores hijos para ir allá [...]. Hay ciertamente en ese diccionario una desproporción". 

Moure comentó asimismo que le resultó imposible averiguar las causas por las cuales la Asociación Argentina pasó de la condición de "academia nacional" que la identificaba desde su fundación, al de "academia correspondiente", lo que la sitúa en posición subordinada con respecto a su "hermana" mayor. 

La clave de tradición es pulsada nuevamente en el tercer párrafo del preámbulo, con referencias a las fechas fundacionales, aniversarios y la expresión del deseo de que esta nueva versión «sea conocida y recordada como la "Edición del Tricentenario"». 

La Academia se lava las manos con relación a los adelantos ya publicados en la internet que acabaron por ser descartados en el nuevo diccionario: "Téngase en cuenta [...] que los mencionados avances tenían un carácter provisional, no definitivo, lo que supone que no todos ellos se hayan visto necesariamente confirmados en la última versión que aquí se fija". Difícilmente se podría entender que las "academias hermanas" hayan participado en las decisiones sobre esta selección. 

En el párrafo de cierre del Preámbulo se vuelve a apelar a la clave dialógica de tradición, al recordar que "la corporación cuya existencia sancionó Felipe V ha disfrutado en incontables ocasiones de la protección y apoyo de la Corona de España". Se deja constancia también del agradecimiento de la academia a "S.M. el Rey don Juan Carlos I y a la Casa Real", del mismo modo que manifiesta su "lealtad al nuevo Rey don Felipe VI y hace votos por la felicidad de su reinado". 

La reverencia al trono manifestada párrafo final parece una mueca de desprecio al espíritu republicano del 90% de los hispanohablantes y una reafirmación del centralismo que la Academia se atribuye en los hechos, más allá del empleo retórico del sintagma "academias hermanas", situadas aquí, como siempre, en posición subalterna.