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Los dialectos canarios. Entre América y Portugal (2)

09/05/2018
Dídac Cerezo

 

En el último artículo habíamos visto cómo el contacto y el intercambio continuos entre Canarias y el Caribe habían contribuido a conformar algunas facetas del dialecto canario. Asimismo, acabábamos adelantando que, pese a lo visible y evidente de lo latinoamericano en las hablas y cultura canarias, había un factor lingüístico todavía más decisivo en la formación de estas variedades: el portugués.

En efecto, a los lusófonos o gallegos que leyeran el artículo anterior les saltaría a la vista la palabra millo (millito); es, de hecho, una de las palabras canarias más conocidas; y como bien notarán los hablantes de portugués, la palabra es un flagrante portuguesismo: milho, ‘maíz’. Lo mismo ocurre con la palabra liña, con la que los canarios se refieren a los ‘hilos’ o ‘líneas’ de los tendederos (del portugués linha). También para margullar, del portugués mergulhar (‘bucear’, ‘zambullirse’). Y fechillo, ‘pestillo’ (portugués fecho, ‘cierre’). Incluso el famoso mojo (picón, rojo o verde), ya que la palabra viene de molho, ‘salsa’. Y como estas, miles más.

Luego, cuando llevemos un tiempo hablando con canarios en situaciones distendidas, coloquiales, o con gente del campo o del mar, trascenderemos el vocabulario y empezaremos a percibir, asombrados, diminutivos en -iño/-iña en el habla del norte de La Palma: «la hierba está verdiña», «es mi barquiño»… Veremos topónimos como Puerto Naos (hasta hace poco era Porto Naos), Tendiña o Los Tiles en La Palma («un til, dos tiles», como en portugués [tilo-tilos en castellano, un árbol de la laurisilva]), Las Portuguesas o Morro de los Portugueses en Gran Canaria… Hablaremos con marineros que llaman a los peces por nombres portugueses (alfonsiñostamboril [rape], etc.). Conoceremos a miles de personas con los apellidos más típica y tópicamente portugueses: Lima, Barreto, Barroso, Afonso, Acuña, Brito, Fariña, Abreu, Portela, Perera, Almeida, Correa, Acosta, Pestana, Pimentel, Coello, Silva, Sosa, Pinto, Melo, etc. Oiremos oraciones subordinadas que usan el subjuntivo en vez del indicativo («no sé si vaya o no» en lugar de «no sé si voy o no») al uso portugués. Algún resto del infinitivo personal portugués. Y miles de palabras, realmente miles, del ámbito de la geografía, las plantas, las actividades tradicionales (el mar, el campo), así como del lenguaje cotidiano de origen luso: arripiarse(‘estremecerse’, ‘tener escalofríos’), del portugués arrepiar-semagua(‘pena’, ‘infelicidad’), de mágoa (‘herida’); balde (‘cubo’); reventar(‘brotar’); gaveta (‘cajón’); tupir (‘embozarse’), del portugués entupir; y muchas plantas endémicas de Canarias, Madeira y Azores, como la malfurada, el loro (portugués louro, ‘laurel’) y el follado (portugués folhado).

Más allá de la lengua, los que conozcan Portugal no dejarán de notar otras concordancias demasiado específicas como para ser coincidencia. Los postres más típicos siguen el estilo luso, especialmente los palmeros. También la arquitectura popular, con esas casas bellamente pintadas donde se dejan algunas piedras esquineras expuestas, sin pintar. Antiguos viajeros ilustres dieron testimonio de ello, como los portugueses Abreu Galindo, Gaspar Frutuoso o el cremonés Leonardo Torriani en el siglo xvi. Por otro lado, también el mundo académico lleva años estudiando la cuestión y profundizando en la impronta portuguesa en Canarias: los profesores e investigadores José Pérez Vidal, Marcial Morera o Pedro Nolasco Leal Cruz.

Y es que, claro estaba a estas alturas de la película, resulta que uno de los principales contingentes colonizadores tras la conquista de las islas fueron los portugueses. De ello dan cuenta cronistas, notarios, viajeros, etc.; muchos de ellos portugueses, otros «canarios lusófonos». En muchos municipios fueron la mayoría, así como en algunos oficios. Abundan documentos notariales, registros sacramentales y otro tipo de documentos de archivo redactados entre los siglos xvi y xviii en portugués, en el norte de La Palma (Garafía, Juan Adalid, que aparece como João Dalid) y de Tenerife (Buenavista del Norte). Hubo hasta un intento de conquistar La Gomera por parte de Portugal a mediados del siglo xv, antes de la colonización castellana. E incluso hoy, todavía, los palmeros del lado occidental de la isla (sotavento) se refieren a los del lado oriental (barlovento) como «los portugueses».

Pero… ¿por qué tanto portugués precisamente en Canarias, tan lejos? Portugal, aunque en general pensemos en el país situado al oeste de la península ibérica, comprende también el cercano archipiélago de Madeira y el más alejado de Azores. Asimismo, en la época en que Portugal era potencia colonial, incluía también Cabo Verde, y las rutas marítimas (pesqueras, comerciales y migratorias) entre la Macaronesia funcionaban viento en popa.

Así pues, hecho este «viajecito», constatamos una vez más cómo al abordar el estudio de las características y la evolución de un idioma o habla se impone recurrir a algo más que a los libros y manuales. Para comprender una lengua, por qué es como es, hay que entender cómo es y cómo ha sido la sociedad que la ha moldeado a lo largo del tiempo, pues los idiomas acaban siendo prismas de la historia cultural y cotidiana de las poblaciones humanas.