La lengua gallega pierde terreno en casa
La estadística, fría compañera, se muestra impasible en compañía de la sociolingüística: el uso del idioma propio registra poliédricas dimensiones de análisis, pero casi en su totalidad los resultados que se obtienen son preocupantes. El debate está servido: las últimas semanas, responsables políticos y lingüísticos han empleado sus fuerzas en ver por el calidoscopio y detenerlo justo cuando la imagen mejor les resulta. El resultado: análisis dispares, acusaciones cruzadas; más allá: una lengua en mengua y retroceso que necesita mas concordia y menos división.
Es el gallego, en su uso al menos, una auténtica lengua materna: en el ámbito familiar, son las madres quienes mas lo emplean, ligeramente por encima de los padres. Mas allá de la frontera doméstica, el empleo cambia: en el ámbito laboral los resultados suelen ser dispares y mas o menos equilibrados. En la escuela, pilar fundamental, existe un cierto oasis, pues las clases son recibidas mayoritariamente en gallego; no obstante, el empleo de la lengua cambia toda vez que los usuarios emplean el castellano con mayor frecuencia tanto entre compañeros como hacia los profesores, así como al momento de escribir. Por último, en el uso de los medios de comunicación la debacle lingüística es lapidaria: el gallego apenas es opción a tener en cuenta.
Una provincia a la cabeza
Ourense encabeza el listado en cuanto al uso del gallego. Pírrica victoria, pues se trata de poco mas del 30%; a lo que se añade un dato preocupante: en la provincia las personas que saben hablar gallego 'mucho' muestran un retro- ceso desde 2003.
En el empleo del gallego existe una diferencia que se aprecia por edades. Mientras es mayor la población, más recurre al gallego, tendencia que se invierte al consi- derar a los más jóvenes, para quienes el castellano toma protagonismo. En estrecha relación el hecho de que la lengua escrita habitualmente sea, en un rotundo 84%, el castellano. En función de la edad y la formación, mayor será el uso del gallego como referente escrito.
Otro tanto se puede asegurar de la dimensión oral. En función a 2003, el empleo del gallego exclusivamente experimenta una caída drástica, al tiempo que el castellano se mantiene, e incluso repunta ligeramente.
Haríamos bien todos en mirar hacia otros horizontes y experiencias que contribuyesen a potenciar y a fijar la indiscutible importancia que la lengua propia tiene, como forjadora de identidad, como vehículo para entender la singularidad, y como herramienta clave para construir el presente e imaginar el futuro.
Es una buena idea mudarse, como punto de partida, a la zona Ribeiro-O Carballiño, pues es allí donde el uso del gallego asoma la cabeza y repunta.
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