recalcitrante
Hoy llamamos recalcitrante a aquel que es terco, obstinado o que reincide en alguna conducta negativa o inconveniente o con la que no concordamos, pero antiguamente se aplicó ese adjetivo a las bestias que coceaban.
Aquí tenemos un uso contemporáneo, en este fragmento de Lola Beccaria en La luna en Jorge (Barcelona: Destino, 2001):
[...] intentando concentrarse en no sufrir en exceso, aferrado al vasito de plástico espumeante, con las costillas clavadas a flor de estómago y pensando incluso en rezar a pesar de su ateísmo recalcitrante.
En efecto, del latín calx, calcis ‘talón’ (v. calzar) se formó calcitrare ‘patear’ y, mediante aposición del prefijo re-, recalcitrare ‘patear hacia atrás’, ‘cocear’. El vocablo latino se formó a partir del vocablo griego λάξ (laks) ‘con el talón’.
En la primera mitad del siglo XVIII, recalcitrar significaba ‘retroceder, volver los pies hacia atrás’, como vemos en la primera edición del diccionario de la Academia (Diccionario de Autoridades), y solo en 1780 se agrega la acepción ‘resistir, no obedecer a quien se debe’.